Edadismo

¿Qué es el edadismo y cómo impacta a las mujeres?

El concepto de edadismo y su impacto especial en el caso de las mujeres ha sido objeto de un interesante estudio que queremos compartir con nuestros lectores en este post. Se trata del cuaderno ‘Mujeres mayores: el impacto del machismo y el edadismo en su vida y sus derechos humanos’, elaborado por la Fundación HelpAge International España.

Si aún no conoces este concepto, te invitamos a seguir leyendo: son muchos los prejuicios que existen en torno a las mujeres mayores en nuestro país y en el resto del mundo, y su impacto es mucho más relevante de lo que imaginas.

Un poco de contexto: la feminización del envejecimiento

Para ponernos en contexto, es importante saber que en la actualidad se espera que el número de personas con 80 años o más se triplique en las próximas tres décadas. Así, las personas mayores representan una proporción cada vez mayor del total de la población.

Por ello, también hablamos de envejecimiento de la población o de la revolución de la longevidad. En España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la población mayor de 65 años, que hoy supera los nueve millones de personas, representa un 19 % del total y se estima que representará el 31,4 % de la población en torno a 2050.

A nivel mundial, la esperanza de vida al nacer de las mujeres supera a la de los hombres en 4,8 años y, en algunas regiones del mundo, puede llegar a superar los 6 años. Por tanto, en edades avanzadas el porcentaje de mujeres es mayor que el de los hombres y, por ello, hablamos también de feminización del envejecimiento.

En el caso concreto de España, la esperanza de vida al nacer para los hombres es de 80,43 años y para las mujeres es de 86.

Sin embargo, vivir más años no implica que las mujeres tengan una mejor calidad de vida, tal y como resalta el estudio, sino más bien todo lo contrario: mientras que los hombres al nacer tienen una esperanza de vida en salud de 63,87 años, las mujeres tienen 62,55 años. Es decir, las mujeres viven más años, pero en peores condiciones de salud.

Entre las causas encontramos un menor acceso a los recursos, contar con un nivel adquisitivo más bajo, asumir tareas de cuidados sin contar con apoyos o tener peores diagnósticos médicos (debido, en gran parte, a los sesgos de género en la medicina y a una menor investigación aplicada en procesos de diagnóstico y curación). Estos son algunos de los factores que inciden en la salud y el bienestar de las mujeres mayores.

Afortunadamente, en los últimos años han proliferado los estudios de género aplicados a todos los ámbitos, y la discriminación y la violencia contra las mujeres se han convertido en asuntos esenciales en la agenda política y social. Sin embargo, aún nos encontramos pocos estudios e investigaciones que relacionen edadismo y machismo y las mujeres mayores y las situaciones a las que se enfrentan siguen estando muy invisibilizadas.

Por tanto, nos encontramos con algunas preguntas sin respuesta: ¿Cómo se relacionan el género y la edad? ¿Qué factores hacen que las mujeres mayores sean consideradas un grupo vulnerable? En este punto en el que entra en juego el concepto de edadismo.

 ¿Qué es el edadismo?

El edadismo (en inglés, ageism) es un concepto acuñado por Robert Butler en los años 60 para hacer referencia a la discriminación sistemática hacia las personas mayores por el hecho de serlo. El edadismo se basa en una serie de creencias y valores que determinan lo que sentimos y pensamos de las personas mayores, que tienen su reflejo en actitudes discriminatorias que, en la mayoría de ocasiones, pasan desapercibidas por estar naturalizadas.

La Organización Mundial de la Salud define el edadismo como los estereotipos (lo que pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas debido a su edad.

Así, los estereotipos que existen sobre las personas mayores identifican la vejez con la enfermedad, la fealdad, la dependencia, el aislamiento, la disminución de capacidades… y aunque en los últimos años encontramos cada vez más productos culturales que reflejan la vejez de una forma diversa y con mayor optimismo, los medios generalistas y masivos siguen ofreciendo una visión distorsionada y negativa de lo que implica ser mayor.

Los estereotipos asociados a la vejez tienen un impacto muy fuerte en las personas mayores y provocan actitudes discriminatorias, prejuicios, paternalismo e infravaloración de sus necesidades, opiniones, deseos o inquietudes. Además, estas ideas y creencias provocan que el envejecimiento se perciba como algo ajeno a nuestra identidad, algo de lo que hay que huir o rechazar, algo contra lo que hay que luchar.

Consecuencias del edadismo en la mujer

En el caso de las mujeres mayores, la vejez se percibe con unas connotaciones aún más negativas, marcadas por lo que supone ser ‘vieja’ en una sociedad machista.

En nuestro ideario colectivo, el valor social de las mujeres ha estado ligado a su belleza, juventud y capacidad para ser madres y esposas. Es por ello que las mujeres mayores han estado tradicionalmente infrarrepresentadas en el cine, la publicidad y en los productos culturales en general y, cuando aparecen, lo hacen desde su rol de abuelas y/o cuidadoras, asumiendo un papel secundario o accesorio y cargado de estereotipos.

El perfil de ‘abuela’, según estos estereotipos, sería el de una mujer con pocos estudios, débil y torpe para la tecnología, cuyas necesidades, pensamientos o proyectos vitales se ignoran, anulándose a su vez su sexualidad. Además, encontramos también la versión mala de la mujer mayor, encarnada en la imagen de brujas, feas o gruñonas.

En el caso concreto de las mujeres, las consecuencias del edadismo tienen que ver con una menor esperanza vida, una salud física y mental más deficiente, una recuperación más lenta en casos de enfermedades crónicas, una peor vivencia de la discapacidad y un mayor deterioro cognitivo.

Así, mientras que para los hombres adultos y adultos mayores que aparecen en los medios de comunicación pueden seguir teniendo posiciones de poder y prestigio y tienen parejas más jóvenes y una vida sexual activa, las mujeres mayores se ven limitadas a vidas que siguen estando en relación con los otros y/o cargadas de connotaciones negativas.

Además, las canas, las arrugas y la experiencia son rasgos que pueden ser percibidos como atractivos para los hombres, pero no ocurre lo mismo en las mujeres. Todo esto incide en la forma en la que se trata a las mujeres mayores, pero también en la visión que tienen las mujeres mayores sobre sí mismas y su identidad.

Estas son algunas de las principales dificultades y desigualdades que afrontan las mujeres mayores:

  • Mayor dependencia económica y riesgo de pobreza. El desproporcionado trabajo de cuidados no remunerado que asumen las mujeres a lo largo de su vida tiene un impacto significativo en sus recursos económicos y esto tiene serias implicaciones para los derechos de las mujeres cuando llegan a edades avanzadas. En España, según las estadísticas del Instituto Nacional de la Seguridad Social, mientras que los hombres cobran una pensión de 1.258 euros al mes, las mujeres cobran de media 835 euros. Es decir, de media, los hombres mayores cobran algo más de 5.000 euros al año que las mujeres mayores.
  • Impacto y consecuencias de la violencia de género en la salud física y mental. Vivir situaciones de violencia o discriminación de género tiene consecuencias directas e inmediatas en la salud física y mental y también puede producir secuelas y consecuencias a largo plazo. Las mujeres mayores que han vivido o viven situaciones de violencia o relaciones muy marcadas por los roles de género se enfrentan a mayores problemas crónicos de salud y tienen mayor riesgo de sufrir depresión, ansiedad o estrés.
  • La discriminación estructural de género hace que tengan menor acceso a los servicios de salud y peores diagnósticos y tratamientos inadecuados. A menudo, las mujeres mayores reciben una peor atención médica debido a que muchos patrones de “normalidad” y de sintomatología de muchas enfermedades siguen estando basado en datos exclusivamente masculinos. Además, debido al edadismo, es frecuente que muchos problemas de salud que en otros grupos de edad sería normal tratar o hacerles pruebas, en las personas mayores se achaquen a la edad (cansancio crónico, dolores, etc.). Por otro lado, existe una gran invisibilidad de la sexualidad de las mujeres mayores y las mujeres que ya no se encuentran en edad reproductiva son excluidas de muchos programas de salud sexual.
  • Mayor riesgo de soledad y de falta de apoyos y de cuidados. Según la encuesta de hogares del INE de 2019, el 72 % de las personas mayores que viven solas son mujeres. Esto se debe, en gran parte, a que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida que los hombres, pero también a que las mujeres mayores que se quedan viudas se vuelven a casar en menor medida que los hombres. Por otro lado, las mujeres mayores cuentan con menos recursos para buscar apoyo externo cuando necesitan cuidados y tienen menos acceso a las nuevas tecnologías, lo que puede incrementar su sensación de aislamiento o soledad.
  • Invisibilidad, infravaloración e infrarrepresentación de las mujeres mayores. La discriminación de género, unida a la discriminación por edad, invisibiliza a las mujeres mayores. Esto hace que estén infrarrepresentadas en la toma de decisiones, que sus voces no se escuchen y que sus necesidades no se tengan en cuenta. Además, encontramos grandes lagunas y sesgos de género y de edad en muchas áreas, donde se agrupan de forma homogénea a personas mayores de 65 años o, incluso, estadísticas que no consideran a las personas mayores de 65 años.

¿Qué podemos hacer para combatir el edadismo en la mujer?

La Organización Mundial de la Salud también ha puesto en marcha otro plan de acción para los próximos diez años: la Década del Envejecimiento Saludable. Este plan de acción se basa en la Estrategia mundial sobre el envejecimiento y la salud (2016-2030) y en el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, y apoya los compromisos de la Agenda 2030.

Para fomentar el envejecimiento saludable y mejorar la vida de las personas mayores, este plan se centra en cuatro ámbitos de actuación interconectados:

  1. Cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento.
  2. Garantizar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores.
  3. Ofrecer una atención integrada y centrada en las personas, y servicios de salud primarios que respondan a las necesidades de las personas mayores.
  4. Proporcionar acceso a la atención a largo plazo para las personas mayores que lo necesiten.

Este plan de acción destaca que los cuatro ámbitos de actuación ofrecen una oportunidad para abordar las relaciones de poder y las normas de género que influyen en la salud y el bienestar de las mujeres y los hombres mayores, así como las intersecciones entre el género y la edad.

Las actuaciones propuestas en la Década contribuyen al logro de algunos de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible y, entre sus principios rectores, se especifica la inclusión de todos los segmentos de la sociedad, con independencia de su edad, género, etnia, capacidad, ubicación y demás categorías sociales

Desde Crespo Law trabajamos para introducir una perspectiva de género en cada uno de nuestros asuntos como abogadas de Familia, y nos gusta informarnos y mantenerte informada acerca de cualquier novedad o tendencia de tu interés. Si necesitas ayuda en cualquier asunto legal relacionado con Derecho de Familia, ponte en contacto con nuestro equipo de abogadas.