Brecha salarial y divorcio

Brecha salarial y divorcio: la importancia de la igualdad económica en la pareja

¿Sabías que la vida en pareja sigue provocando, en general, una progresiva pérdida de autonomía y empoderamiento en las mujeres, situándolas en una posición de mayor vulnerabilidad en los procesos de separación y divorcio? Es la conclusión del estudio: «Experiencias de mujeres en procesos de separación y divorcio. Un estudio cualitativo sobre dinámicas de poder masculino y violencias naturalizadas», elaborado por el Instituto Navarro para la Igualdad (INAI/NABI).

En él se analizan conceptos que nos parecen clave, como la relación entre brecha salarial y divorcio, así como la importancia de la igualdad económica en la pareja no solo de cara a fortalecer la relación, sino a que una eventual ruptura resulte mucho más limpia y menos dolorosa para ambas partes.

Brecha salarial y divorcio: ¿Qué relación existe entre igualdad económica y ruptura?

El estudio nos indica algo que vemos a diario: existe una brecha de género en los cuidados, de forma que, en muchos casos, es la mujer la que se encarga principalmente de las tareas domésticas y el cuidado de los niños. Esto trae como consecuencia una reducción del espacio y el tiempo propio, afectando también al desarrollo de la vida laboral.

Reducciones de jornada, excedencias, reducción de la cotización, aspiraciones profesionales más modestas, peores salarios… son el resultado de esta dinámica que muchas veces se vuelve invisible precisamente por encontrarse normalizada desde hace siglos.

Del mismo modo, es frecuente que los hombres consoliden su propio espacio en mayor medida que la mujer: su carrera profesional se entiende como prioritaria, así como su formación y, a la vez, invierten menos esfuerzo y tiempo en la familia, siendo sostenidos emocionalmente en mayor medida que ellas, ocupando la “centralidad” en la pareja.

A pesar de ello, tras separaciones complejas, las mujeres son capaces de recuperar recursos, autonomía y rehacer sus vidas, “en muchas ocasiones con mayor fuerza y centralidad”. Así, tras el fin de la relación, muestran facilidad para reconectar con redes de amigos y familiares y mucha capacidad para elaborar su proceso personal.

Pero el punto de partida en el momento de la ruptura suele ser distinto: la mujer suele encontrarse en una situación de desventaja económica y el impacto del divorcio o la separación puede afectar “más negativamente en ellas en caso de divorcio, intensificando la vulnerabilidad de partida”.

Es revelador el hecho de que este estudio se ha centrado en un perfil mayoritario de mujer, de 35 a 47 años, que no está en situación de exclusión ni se reconoce como víctima de violencia. Además, están integradas socialmente (estudios, empleo, familia, amistades, etc.).

Este sector de la población femenina no suele ser objeto de estudio precisamente porque no suele ser motivo de preocupación, pero la realidad nos muestra una desigualdad estructural naturalizada entre ellas.

Aun así, según la investigación, son las mujeres quienes más demandan las separaciones y divorcios, debido a la experiencia de “malestar y de frustración derivada de la falta de reconocimiento y la sobrecarga de trabajo de cuidados y doméstico”, la “acumulación de cansancio” o la falta de atención, y no tanto, por la revelación del “desenamoramiento”.

En la mayoría de los casos, antes de la separación, las mujeres acuden a terapia porque perciben la situación como un problema individual, cuando deriva de las dificultades de pareja. También hay mujeres que se separan como salida a la violencia, que se puede recrudecer en el proceso.

Las conclusiones del estudio: desigualdad y pérdida progresiva de recursos

Del estudio se extraen cuatro conclusiones principales:

  • En la vida de parejas heterosexuales no se establecen relaciones igualitarias y recíprocas (toma de decisiones, negociación, etc.) porque se aprecia un mayor protagonismo de los varones, incluso cuando los hombres demuestran actitudes igualitarias, de compromiso y sensibilidad de género.
  • La vida en pareja entre hombres y mujeres provoca en ellas en general una pérdida progresiva de recursos de empoderamiento y autonomía.
  • Las mujeres tienden a postergar la separación hasta que los hijos crecen. La custodia compartida puede ser deseada o temida, dependiendo de si se ha compartido la crianza antes. Y en general, el miedo a las respuestas y actitudes de su expareja les lleva a negociar a la baja en los acuerdos.
  • El estudio también aborda la violencia en la pareja, “encubierta” y “naturalizada”. Ahonda en “manifestaciones” menos visibles u “obvias” y atribuidas a relaciones “tóxicas o conflictivas”.

¿Qué nos dice nuestra experiencia como abogadas de Familia?

Lo cierto es que, aunque afortunadamente existe una mayor toma de conciencia acerca de la problemática de la desigualdad en la pareja, en demasiados casos seguimos encontrándonos con diferencias estructurales muy consolidadas que, a la hora de enfrentarse a una separación o divorcio, se vuelven muy palpables.

Así, nuestra práctica diaria en el despacho nos lleva a comprender que no solo se cumple la máxima de que la desigualdad económica es la regla general en las parejas: también se cumple que la desigualdad puede ser en sí misma causa de ruptura.

Paradójicamente, tomar conciencia de la propia situación de desigualdad o de cierto ‘abandono’ de nuestras necesidades y proyectos profesionales lleva a muchas mujeres a elegir la ruptura, precisamente porque sienten que, en el marco de su vida en pareja, no pueden desarrollarse como les gustaría.

¿Qué lecciones podemos extraer de ello?

Probablemente la más lógica sea considerar que la mejor forma de lograr una unión sana y duradera es partir de una situación en la que la igualdad sea la aspiración de ambos, algo que resulta beneficioso, en nuestra opinión, para ambas partes: si todas las cargas (trabajo, tareas del hogar, crianza…) se reparten (al menos aproximadamente) por igual, ninguno de los miembros de la pareja se verá especialmente perjudicado en ningún aspecto en caso de ruptura.

Así, si mi salario es similar al de mi pareja, así como mi proyección profesional y mi grado de involucración en la vida de mis hijos, lo normal será que la negociación de los términos del divorcio o la separación resulte sencilla y poco dolorosa (al menos desde el punto de vista práctico), sin que ninguna de las partes se sienta desamparada o en situación de desequilibrio.

Siempre será más sencilla una ruptura en la que el único dolor que se produzca tenga que ver con lo emocional o sentimental.

Por último, el estudio también recuerda que, a la hora de negociar la ruptura, existe una mayor tendencia a la “cesión en la negociación por miedo y por evitar el conflicto” en el caso de las mujeres.

Nuestro consejo es optar siempre que sea posible por la vía amistosa, buscando un equilibrio de derechos entre ambas partes y, para lograrlo, partimos de un enfoque terapéutico y un acompañamiento cercano.

Intentaremos siempre que cada una de las partes ponga en valor sus derechos, sin dejar de lado sus obligaciones.

Si necesitas ayuda en cualquier asunto sobre Derecho de Familia en Cataluña, consulta a nuestro equipo de abogadas.